Construí para ello una máquina que podía convertir a la personas en microorganismos. El problema estaba en que necesitaba a unos niños valientes que fuesen capaces de ayudar a estos pobres seres.
Tuve la suerte que por la mañana llegaron unos valientes aventureros del Junior Shalom de Mislata dispuestos a ayudar a quien sea. Después de que realizaran pequeños juegos y danzas me presente y les expliqué mi problema.
Tras realizar la reunión de equipo, comer e ir a la piscina acudieron a mi para poder utilizar mi máquina que les convertiría en microrganismos.
El primer problema que se nos presentaba es que a la máquina le faltaban piezas. Es por ello por lo que decidimos ir a diferentes fábricas para conseguir los distintos elementos. A cambio de realizar distintas tareas para los trabajadores de distintos establecimientos. Para conseguir los teclados tuvimos que resolver un jerogrífico en la fábrica de Doña Tecla, construir una máquina humana en la fábrica Motor Expres para conseguir el motor...
Además los niños realizaron un taller donde tenían que pintar unas camisetas blancas.
Mientras arreglaba la máquina los niños aprovecharon para cenar. Luego se reunieron conmigo para que pudiese hacerles pequeños.
Una vez hechos pequeños los niños se dispusieron a buscar a los microorganismos. El problema estaba es que era de noche y los microrganismos estaban dormidos. Los niños buscaron a los insectos artesanos para que les diesen insrumentos que les permitiesen despertar a los microrganismos (guitarra, un instrumento que imita el sonido de los pajaros, uno que
Imita al de los buhos). Tuvieron que buscarlos con cuidado y sigilo ya que unos pesticidas estaban buscando microrganismospara eliminarlos.
Los equipos que encontraban el camino correcto ayudaban dejando un ratro de luz.
Después de realizar esta peligrosa misión se fueron a dormir para poder continuar mañana con esta emocionante aventura.
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